Un informe asegura que el 30 por ciento de los asalariados registrados están bajo la línea de pobreza, un flagelo que aumentó 10 puntos en una década. A los históricos sectores afectados se sumaron otros, como docentes universitarios o profesionales de la salud, lo que marca lo profundo de la crisis.
A fines de los 90, cuando el modelo neoliberal daba claras señales de agotamiento, la desocupación hacia estragos en los sectores populares. Con el auge de los MTD –movimientos de trabajadores desocupados –se comenzó a pensar que las personas sin empleo eran, en términos marxistas, los “nuevos sujetos históricos”. Más de 20 años después, cuando otra crisis se posa con fuerza sobre el país, hay otro protagonista. Con tasas de empleo todavía altas, quienes aparecen como los más castigados del esquema libertario son asalariados, que por efecto de la inflación y la dinámica económica, no llegan a fin de mes. Los “trabajadores pobres” no son un fenómeno nuevo ni argentino, pero en los últimos años son la cara más visible de un tiempo donde tener empleo no garantiza la subsistencia. Con la pobreza por encima del 50 por ciento, está claro que muchos de estos argentinos con necesidades básicas insatisfechas tienen trabajo. Incluso registrado. Así lo marcan los datos, que hablan de un 30 por ciento de empleados “en blanco” bajo la línea de pobreza.
Este
es el peor registro en décadas, ya que en el 2012 este número rondaba el 20 por
ciento. El flagelo que antes alcanzaba a rubros históricamente precarizados
como los trabajadores municipales ahora golpea a empleos calificados, como
docentes universitarios y médicos, lo que marca la profundidad del problema.
Los
“working poor” o “trabajadores pobres” son una categoría que la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) viene estudiando desde hace años. Según la
entidad, este fenómeno “pobres estaba asociado con el desempleo. Sin embargo,
en la actualidad un número cada vez mayor de personas que trabajan también es
pobre”. En el país, contrario a lo que pasa en el mundo, esta problemática
viene creciendo, de la mano del deterioro salarial, que lleva tres gestiones de
gobierno seguidas profundizándose. En este sentido, luego de conocerse el
aumento de la pobreza, era de esperarse que el índice aumentara.
Según
el trabajo Pobreza, distribución del ingreso y clases ocupacionales, del
Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG) de la UBA, “la pobreza alcanzó
al 30 por ciento de los trabajadores en relación de dependencia, con descuento
jubilatorio, obra social, aguinaldo y vacaciones pagas”. Según el reporte, al
que tuvo acceso Data Gremial. Esto hace que “3 millones de trabajadores se
encuentran en situación de pobreza, ya que la totalidad de los trabajadores
registrados según la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) es de
6.200.000 y extrapolado a la población total es de 9.943.921”. “Esto evidencia
que el empleo formal, aunque brinda cierta protección, no es suficiente para
mitigar el impacto de la crisis”, resaltaron.
“Uno de los
hallazgos más importantes es la creciente presencia de ‘trabajadores pobres’,
quienes, a pesar de estar empleados, no logran superar la línea de pobreza”,
explicó el informe, a cargo de Eduardo Chávez Molina y José Rodríguez de la
Fuente. Este problema es mucho más profundo cuando se analiza la situación de
los empelados precarizados o no registrados. Se trata de unos 4 millones de
personas que pertenecen a lo que los investigadores llaman “asalariados
precarios”, que también están bajo la línea de pobreza y no llegan a cubrir la
canasta básica”.
El
incremento de la pobreza en los últimos meses, según explica el informe, estuvo
impulsado por “la caída del poder adquisitivo en el sector de trabajadores
registrados, cuyos aumentos salariales no han seguido el ritmo de la
inflación”. “Al analizar la relación entre pobreza y horas trabajadas, se
destaca el incremento en el porcentaje de trabajadores regulados que son
pobres, en especial los sobreocupados, cuyo número ha crecido en
aproximadamente 20 puntos porcentuales, mientras que los ocupados plenos y los
subocupados han aumentado alrededor de 15 puntos porcentuales”, resaltaron en
el informe, que deja entrever que tener más horas de trabajo “no garantiza
mejores condiciones económicas”.
Evolución
El informe del IIGG alerta que esta situación no es pareja para todos los
asalariados, y tiene picos en empleos menos calificados. “Al profundizar sobre
el impacto de la pobreza, se observa que en los diferentes segmentos económicos
creció jerárquicamente, aunque entre los sectores más vulnerables, de
trabajadores no calificados y manuales, superó el 65 por ciento”, destacó el
reporte. En estas clases, para 2024, “la pobreza afecta a casi 7 de cada 10
personas”. Uno de los rubros más alcanzados por este flagelo es el de empleados
municipales, que históricamente vienen reclamando por mejoras estructurales,
como una paritaria nacional que fije un piso, un pedido de la Confederación de
Trabajadores Municipales (CTM), que había acordado con Sergio Massa poner en
marcha un consejo del salario municipal, para equiparar los ingresos, que
tienen enormes diferencias entre las provincias y los propios distritos.
En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo,
la Federación de Sindicatos Municipales Bonaerenses (FESIMUBO) viene
denunciando la situación, con básicos de 120 mil pesos en distritos como Merlo.
“El ámbito nuestro es el peor pago, hay excepciones en las grandes ciudades,
pero en general con el salario municipal no se puede llegar a vivir los 30
días”, recalcaron desde la entidad.
Cambio de paradigma
El fenómeno de los “trabajadores pobres” comenzó a alcanzar a todos los
sectores, en especial desde que asumió la presidencia Javier Milei, que aceleró
el deterioro del poder adquisitivo de los salarios. La evolución del trabajo
bajo la línea de la pobreza tuvo picos, como era de esperarse, durante la
crisis del 2001, pero viene ascendiendo desde hace tiempo. Según el Instituto
de Ciencia e Investigación de la Universidad de General San Martín, hasta
mediados de los ‘80 la cantidad de trabajadores que no lograban pasar la línea
de pobreza no superaba el 19 por ciento de la población en igual situación,
mientras que en la década del 90 trepó al 22 por ciento y al 29 por ciento en
el 2003. Las estimaciones marcan que a fines del 2014 estaba en el 20 por
ciento, lo que muestra una suba de 10 puntos en una década.
Esta dinámica se viene profundizando en las
últimas gestiones, que hace que la pobreza alcance a otros muchos sectores. En
la última marcha universitaria, los gremios denunciaron que muchos docentes con
dedicación exclusiva están debajo de la línea de la pobreza. Lo mismo salieron
a denunciar los médicos del Hospital Garrahan, que realizaron varias medidas de
fuerza para denunciar esto, y que derivó en un aumento extraordinario de 500
mil pesos y el pedido de renuncia de todo el consejo administrativo del centro
pediátrico por el nuevo ministro de Salud, Mario Lugones.
“Para nosotros hay más de un 30’ por ciento
de trabajadores de la salud que cobran por debajo de la línea de la pobreza”,
sostuvo María Fernanda Boriotti, presidenta de la Federación Sindical de
Profesionales de la Salud (FESPROSA).
En diálogo con Data Gremial, explicó que “profesionales y no profesionales sufren este problema, es más, en la mayoría de las provincias el personal no médico está cobrando salarios de pobreza”. “Además médicos En Buenos Aires, en Santa Fe, que son provincias centrales, están en igual situación, depende de la carga horaria, pero si ponemos un caso testigo de cuatro horas semanales en gran parte del país cobran por debajo de la pobreza”, ratificó Boriotti. En este punto, aclaró que “no se pueden sumar como sueldo gran parte de los adicionales que se cobran, o las guardias que se hacen. Los cargos ‘part time’ están en esa situación”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario